viernes, 20 de noviembre de 2015

Personajes ilustres del Trabajo Social


 En esta nueva entrada os hablaremos de dos personajes ilustres del Trabajo Social.
Federico Ozanam.

Federico Ozanam fue una figura del laicado católico del siglo XIX. Nacido en Milán en 1813 y fallecido en Marsella en 1853, su corta vida estuvo llena de oración, acción y compromiso cristiano, atrayendo y congregando a jóvenes dispuestos a enfrentarse a quienes pretendían enseñarles en la escuela y en la universidad doctrinas en contra de la iglesia.
Fue Profesor, seglar, escritor y apologista, fundador de las Conferencias de San Vicente de Paúl.
Después de algunos meses de pasantía con un abogado, marchó a París en noviembre de 1831 para estudiar Derecho y  allí fue  huésped de André-Marie Ampère, quien influyo en este. Obtenido el doctorado en 1836 se le encargó la enseñanza del Derecho mercantil en Lyon en 1839. No obstante, sus aficiones continuaban siendo los estudios literarios, y adquirió una extraordinaria cultura filológica. En enero de 1839 había obtenido el doctorado en Letras con una tesis sobre la Filosofía de Dante.
Sentó las bases del nuevo pensamiento social defendiendo la justicia en las relaciones laborales y humanas, condenando la esclavitud y rechazando las enormes diferencias entre ricos y pobres. Su obra tendió a sustituir la limosna por la justicia social.
En 1833 y con el único objetivo de evangelizar a través de una actuación personal con los necesitados, se crea la Conferencia de la Caridad. Poco después esta conferencia y otras que fueron surgiendo, bajo la protección del  patronazgo de San Vicente de Paúl, se da origen a la Sociedad de San Vicente de Paúl, institución laica al servicio de los pobres.
Es considerado uno de los precursores de la democracia cristiana, al haber usado en 1830, dicho concepto: "He creído y creo aún, en la posibilidad de la Democracia Cristiana; más aún, no creo en otra cosa, tratándose de política". Ozanam hace un estudio profundo en relación con la Democracia y el Cristianismo ya que le preocupaba la indiferencia de los católicos para incorporarse a la lucha política. Planteó que no solo la caridad era necesario sino que era urgente la institucionalidad y la democracia.
Murió Joven, pero dejo un legado social de lucha por la democracia y la institucionalidad cristiana creando así un patrón social de lucha para conseguir ciertas igualdades entre personas.
El 22 de agosto de 1997 fue beatificado por Juan Pablo II en la catedral de NotreDame en París.
Su aportación al trabajo social fue:                                                                
-Uno de los precursores de la lucha desinteresada por la clase obrera:
Debemos trabajar a favor de las clases obreras, hacinadas en grandes ciudades, aplastadas por un egoísmo que les desprecia, pobres que viven al margen de una sociedad que se autoproclama libre e igual.
-Promovió una visión fija y no influenciable sobre la “cuestión social”:
La cuestión que hoy agita al mundo no es una cuestión de personas ni una cuestión de formas políticas, sino que es una cuestión social; es la lucha de los que no tienen nada y de los que tienen demasiado, es el choque violento de la pobreza y de la opulencia que hace temblar el suelo bajo nuestros pies. El deber de nosotros, los cristianos, es el de interponernos entre esos enemigos irreconciliables, y conseguir que reine la igualdad en cuanto sea posible entre humanos.

San José Benito Cottolengo

 
San José Benito Cottolengo, fue un santo italiano que vivió en el siglo XIX y que fue canonizado en el siglo XX.
José Cottolengo nació en Bra, un pueblo al norte de Italia. Fue el mayor de doce hermanos, y estudió hasta conseguir el diploma de teología en Turín.
Su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por los avatares trágicos de la Revolución Francesa, que estremeció al Piamonte casi tanto como a la misma Francia, y por la posterior invasión napoleónica que sujetó toda Europa a su dominio, y debió cursar sus estudios sacerdotales en la clandestinidad
Fue una persona con una sensibilidad especial hacia los pobres y abandonados. Se hizo Sacerdote. Después fue coadjutor en Corneliano de Alba, en donde celebraba la Misa de las tres de la mañana para que los campesinos pudieran asistir antes de ir a trabajar”.
Y en la parroquia de Turín que le fue asignada se dedicó a la catequesis y a la atención a los moribundos. Ya entonces, se lamentaba de no tener una cama libre para todos los enfermos que acudían.
Luego fue nombrado canónigo en Turín. Aquí tuvo que asistir, impotente, a la muerte de una mujer, rodeada de sus hijos que lloraban, y a la que se le habían negado los auxilios más urgentes, porque era sumamente pobre. Entonces José Cottolengo vendió todo lo que tenía, hasta su manto, alquiló un por de piezas y comenzó así su obra.
En 1982 alquiló a un particular una habitación frente a la iglesia parroquial y en ella instaló cuatro camas, abriendo de esa manera un pequeño hospital llamado la «Valle Rossa». Lo asistían el médico Lorenzo Granetti y el farmacéutico Pablo Anglesio, bajo la atentadirección de doña Mariana Nasi Pullini, rica viuda de la región que efectuó los primeros aportes a la naciente obra, llamada en un primer momento Damas de la Caridad. La institución fue creciendo y al cabo de tres años contaba con 210 internados y 170 asistentes.
En 1831 estalló una epidemia de cólera que azotó ferozmente a Turín. Las autoridades, temerosas de que el hospital se convirtiese en un centro de propagación del temible flagelo, ordenaron clausurarlo y dejaron una vez más a los pobres enfermos totalmente desamparados.
Falleció el 30 de abril de 1842 a causa de la peste de tifus que afectó a todo Turín.
En el período como canónigo Don Cottolengo erigió en Turín, la "Pequeña Casa de la Divina Providencia" que consistía en que los pobres y los niños enfermos y huérfanos fueran educados además de servir como hospital para unos 10.000 pacientes. Durante su larga carrera, creó 14 asociaciones de caridad, incluyendo la casa de la esperanza, la casa de la fe, la casa de nuestra señora y el arca de Noé donde fueron internados pacientes de extrema pobreza. El pabellón denominado amigos queridos fue destinado a los enfermos mentales, siguiéndole el de los huérfanos, los inválidos, los desamparados y los sordomudos.
San José Benito Cottolengo conoció y tubo amistad con otro hombre de Dios, San Juan Bosco, a través del cual un discípulo de este último, el joven estudiante Luis Orione, supo de sus obras, su grandeza y su fortaleza espiritual. Y tanto fue lo que Cottolengo influenció en el futuro seminarista, que cuando varios años después él mismo inició su camino de santidad, bautizó a su naciente congregación con el nombre de Pequeña Obra de la Divina Providencia.
Hoy se denomina a las instituciones que cobijan a huérfanos y desvalidos con el nombre de “cottolengos”, prueba evidente de la grandeza de su mentor.
JGGG.

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